La novela de Don Quijote se podría dividir en diversas aventuras, el caballero andante inicia su trayecto y a lo largo de toda la historia nos narran conversaciones y aventuras que los acercan cada vez más a un destino, a un sueño, a Dulcinea.
Natasha Razina |
Por su parte la obra de ballet se centra específicamente en el segundo volumen de la obra “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” y se centra en el amorío entre Kitri y el Barbero, personajes con los que Sancho y el caballero andante se cruzan—sin que se deje de lado, claro, al par de caballeros—. Partiendo de esta trama, el ballet se divide en tres actos para contar como se desarrolla una trama de amor imposible y la encantadora aventura de los molinos.
Si bien es cierto que en el ballet se deja por fuera mucho de la obra literaria, la fuerza e impacto de cada acto hace un balance para que la grandeza de ambas expresiones literarias exalte. Recopilar en un ballet la totalidad de la obra sería un trabajo casi imposible y además resultaría extenuante hasta para el espectador. El encanto de trasladar la obra literaria a un escenario con bailarines es precisamente el deseo de imaginar más y de haber sentido la intensidad de los precisos pasos mezclados con el sabor español.
La atmosfera del ballet y la obra puede decirse es prácticamente idéntica, en la novela lograda a través de una magnífica tarea escrita y de construcción de espacios y personajes, y en el ballet por los escenarios, la vestimenta, la actitud de los bailarines y por supuesto—y de gran importancia— a música compuesta por el maestro Ludwig Minkus. Conformando entonces ambientes cargados y muy vivos, alegres.